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En 2025, la nutrición y la seguridad alimentaria siguen siendo temas prioritarios en Venezuela. Después de años marcados por la crisis económica y social, las condiciones de acceso a una alimentación adecuada han mejorado levemente, pero los desafíos estructurales persisten. La situación nutricional de la población es compleja: mientras algunas zonas urbanas muestran signos de recuperación, en sectores rurales y vulnerables la inseguridad alimentaria y la malnutrición aún afectan a millones de personas.
En este artículo analizamos el estado actual de la nutrición y la seguridad alimentaria en Venezuela, los principales retos que enfrenta el país, las iniciativas en marcha y las estrategias que podrían garantizar el derecho a la alimentación para todos los venezolanos.
El panorama nutricional de Venezuela en 2025
Diversos estudios nacionales e internacionales indican que en 2025:
La desnutrición crónica infantil, aunque ha disminuido ligeramente, todavía afecta a un porcentaje preocupante de niños menores de cinco años, especialmente en estados como Delta Amacuro, Amazonas y Zulia.
El retraso en el crecimiento y la anemia siguen siendo problemas comunes en la infancia, impactando el desarrollo cognitivo y físico.
La malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad) ha aumentado en sectores urbanos, debido al consumo de alimentos ultraprocesados de bajo costo y bajo valor nutricional.
La inseguridad alimentaria moderada o severa afecta a más del 40% de los hogares, con variaciones según región y nivel socioeconómico.
Los adultos mayores presentan deficiencias nutricionales que comprometen su calidad de vida y aumentan su vulnerabilidad a enfermedades crónicas.
Factores que explican la situación actual
Poder adquisitivo reducido: A pesar de una leve recuperación económica, el salario promedio sigue siendo insuficiente para cubrir una dieta balanceada.
Acceso desigual a alimentos: En algunas regiones rurales o fronterizas, la disponibilidad de alimentos frescos es limitada, lo que obliga a depender de productos industrializados.
Inflación alimentaria: Los precios de los alimentos básicos se mantienen elevados en relación con el ingreso de la mayoría de la población.
Falta de educación nutricional: Existe un conocimiento limitado sobre hábitos de alimentación saludable y preparación de comidas nutritivas con recursos limitados.
Problemas de infraestructura: La deficiente cadena de frío, el mal estado de vías y la falta de transporte afectan la distribución eficiente de alimentos.
Impacto del cambio climático: Sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos han afectado la producción agrícola nacional.
Iniciativas en marcha para mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria
Programas de alimentación escolar: Iniciativas como el Programa de Alimentación Escolar (PAE) han sido reactivadas y mejoradas, garantizando una comida diaria a millones de estudiantes.
Huertos escolares y comunitarios: Promovidos por ONG, gobiernos locales y organizaciones internacionales, permiten producir frutas, verduras y hortalizas frescas en escuelas y comunidades.
Transferencias monetarias condicionadas: Programas sociales como el Carnet de la Patria y otros bonos gubernamentales buscan aliviar la carga económica de los hogares más vulnerables.
Alianzas público-privadas: Supermercados, fundaciones y empresas de alimentos han desarrollado campañas de donación de alimentos y programas de precios solidarios.
Programas de educación alimentaria: ONG como Alimenta la Solidaridad y Acción Contra el Hambre trabajan en talleres comunitarios de nutrición, cocina saludable y prevención de la malnutrición.
Centros de atención nutricional: Algunos hospitales y ambulatorios ofrecen servicios gratuitos de evaluación nutricional, suplementación y tratamiento de casos severos de desnutrición.
Retos persistentes
Sostenibilidad de los programas: Muchos proyectos dependen de financiamiento internacional o fondos de corto plazo, lo que dificulta su continuidad.
Cobertura insuficiente: Los programas existentes no logran llegar a toda la población en situación de inseguridad alimentaria, especialmente en zonas rurales y comunidades indígenas.
Calidad de los alimentos distribuidos: En ocasiones, los productos entregados en programas sociales son de bajo valor nutricional, priorizando cantidad sobre calidad.
Corrupción y politización: Algunos programas de asistencia alimentaria han sido objeto de denuncias de irregularidades en la distribución y criterios de selección de beneficiarios.
Insuficiente producción nacional: A pesar de algunos avances, Venezuela aún importa gran parte de los alimentos que consume, lo que la hace vulnerable a fluctuaciones externas.
Estrategias para fortalecer la nutrición y la seguridad alimentaria
Incentivar la producción agrícola local: Apoyar a pequeños y medianos productores con financiamiento, asistencia técnica y acceso a insumos.
Mejorar las cadenas de distribución: Invertir en infraestructura de transporte y almacenamiento para reducir pérdidas y mejorar el acceso a alimentos frescos.
Expandir los programas de alimentación escolar: Garantizando no solo cantidad, sino calidad nutricional en los menús ofrecidos.
Fomentar la educación nutricional: Desde la escuela hasta campañas comunitarias, para promover hábitos de alimentación saludables con los recursos disponibles.
Diversificar las fuentes de proteína: Impulsar la producción y consumo de alternativas accesibles como legumbres, pescado de río, huevos y hortalizas de alto valor nutricional.
Reforzar los sistemas de monitoreo: Para identificar zonas de alta vulnerabilidad nutricional y diseñar intervenciones específicas.
Integrar la nutrición en políticas de salud pública: Especialmente en programas de atención materno-infantil, enfermedades crónicas y salud del adulto mayor.
El papel de la comunidad y las organizaciones sociales
La acción comunitaria ha sido clave para sostener la seguridad alimentaria en contextos de crisis:
Comedores comunitarios: Organizados por vecinos, iglesias o fundaciones, ofrecen comidas diarias o semanales a familias en situación de vulnerabilidad.
Redes de trueque: En algunas zonas rurales, se han establecido sistemas de intercambio de alimentos como alternativa ante la escasez de dinero efectivo.
Campañas de concientización: Movimientos sociales promueven el derecho a la alimentación y exigen políticas públicas más inclusivas y sostenibles.
Participación ciudadana en huertos urbanos: Cada vez más comunidades organizan la producción local de alimentos como estrategia de autoabastecimiento y fortalecimiento del tejido social.
Perspectivas de futuro
De cara a los próximos años, las expectativas para mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria en Venezuela incluyen:
Mayor inversión pública y privada en el sector agroalimentario.
Desarrollo de cadenas de valor que fortalezcan la producción y distribución de alimentos nutritivos.
Consolidación de programas de asistencia alimentaria sostenibles y no politizados.
Mayor inclusión de criterios nutricionales en las políticas de salud y educación.
Fomento de modelos de alimentación saludable adaptados a la cultura y recursos locales.
Ampliación de la cooperación internacional en apoyo a proyectos de seguridad alimentaria.
Conclusión
En 2025, la nutrición y la seguridad alimentaria en Venezuela siguen siendo desafíos prioritarios para la reconstrucción social y el bienestar de la población. Aunque se han logrado avances importantes, garantizar el derecho a una alimentación adecuada y sostenible para todos los venezolanos requiere un compromiso firme, coordinado y de largo plazo.
Invertir en nutrición es invertir en el futuro del país: en su salud, su productividad, su estabilidad social y su desarrollo humano. La seguridad alimentaria no puede seguir siendo un privilegio para algunos, debe ser un derecho garantizado para todos.