Cambio climático en cifras: lo que la ciencia dice sobre el aumento de temperaturas en Venezuela

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El cambio climático ha dejado de ser una amenaza abstracta para convertirse en una realidad palpable en todos los rincones del planeta. Venezuela, con su rica diversidad ecológica y geográfica, no es la excepción. Aunque históricamente ha recibido menos atención mediática que otras regiones, los datos científicos confirman que el país está experimentando un calentamiento progresivo con consecuencias ambientales, sociales y económicas de gran alcance.

En este artículo se analizan las cifras más relevantes sobre el aumento de las temperaturas en Venezuela, los estudios científicos que lo respaldan, los impactos ya visibles en el territorio y lo que podría suceder si no se adoptan medidas urgentes para mitigar sus efectos.

Las cifras del calentamiento en Venezuela

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) y estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la temperatura promedio en Venezuela ha aumentado entre 1,2 y 1,6 grados Celsius en los últimos 50 años. Aunque esta cifra puede parecer baja, los científicos advierten que un incremento de apenas 2 grados a nivel global puede desencadenar eventos climáticos extremos e irreversibles.

Un estudio de 2023 realizado por la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad de Los Andes (ULA) revela que las zonas más afectadas por el calentamiento han sido los estados Zulia, Lara, Anzoátegui, Bolívar y Amazonas, todos ellos con registros térmicos que han superado con frecuencia los 40 °C en épocas secas.

La tendencia es clara: la duración de las olas de calor se ha duplicado en las últimas dos décadas, mientras que los días fríos prácticamente han desaparecido en muchas regiones del país.

¿Qué dicen los estudios científicos?

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) ha incluido a América del Sur tropical, donde se ubica Venezuela, entre las regiones más vulnerables al aumento de temperaturas y a los eventos extremos asociados al cambio climático.

Un informe publicado por el Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos Ambientales (OVDHA) destaca que el país carece de una red meteorológica moderna y actualizada, lo cual dificulta el monitoreo continuo. Sin embargo, a pesar de la escasez de datos recientes, los modelos climáticos coinciden en señalar un aumento progresivo de las temperaturas promedio anuales, con proyecciones de hasta 2,5 °C para el año 2050 si no se reduce la emisión de gases de efecto invernadero.

Los glaciares venezolanos, ubicados en el estado Mérida, ofrecen una evidencia visual dramática del calentamiento. En 1950, el país contaba con seis glaciares. Hoy solo queda uno activo: el glaciar La Corona. Se estima que podría desaparecer completamente antes del año 2030.

Impactos del aumento de temperaturas en el territorio

Las consecuencias del aumento de temperatura en Venezuela se manifiestan en múltiples niveles. A continuación, se detallan algunos de los efectos más alarmantes.

Agricultura en riesgo: El cambio climático ha alterado los ciclos de lluvias, reduciendo la productividad de cultivos clave como el maíz, el café, la caña de azúcar y el arroz. En los llanos centrales, los agricultores reportan mayores pérdidas por sequías prolongadas o lluvias concentradas que arruinan las cosechas.

Sequías prolongadas: El embalse de Guri, que abastece a gran parte del país en energía hidroeléctrica, ha sufrido una reducción significativa de sus niveles en los últimos años debido a lluvias irregulares y altas temperaturas. Esto ha generado apagones, racionamiento eléctrico y tensión social.

Incendios forestales: Los parques nacionales Henri Pittier, Waraira Repano y Canaima han sido escenario de incendios forestales cada vez más frecuentes y difíciles de controlar, alimentados por la sequedad del terreno y las altas temperaturas. En 2024, solo en el primer trimestre del año se registraron más de 400 focos de incendio en todo el país.

Salud pública: El calor extremo ha aumentado los casos de deshidratación, golpes de calor y enfermedades respiratorias, especialmente en niños, adultos mayores y personas con condiciones médicas preexistentes. Además, la proliferación de mosquitos transmisores de dengue, zika y chikungunya ha crecido con el aumento de temperaturas y humedad.

Migración climática: Algunas comunidades indígenas en Amazonas y Delta Amacuro han comenzado a desplazarse debido a la pérdida de sus fuentes de agua, alimentos y tierra fértil. Aunque estos movimientos son incipientes, pueden anticipar una tendencia mayor en los próximos años.

Vulnerabilidad urbana y desigualdad climática

Las grandes ciudades venezolanas también están expuestas. Caracas, por ejemplo, ha registrado un aumento sostenido de la temperatura mínima nocturna, lo que se traduce en noches más calurosas e insalubres. Este fenómeno, conocido como isla de calor urbano, se intensifica por la falta de vegetación, el exceso de concreto y la deficiente planificación urbana.

Barrios populares sin acceso a agua potable, ventilación adecuada o energía eléctrica constante sufren con mayor intensidad los efectos del calor, lo que evidencia una clara desigualdad climática. Las zonas menos favorecidas son también las menos preparadas para resistir y adaptarse.

¿Qué se está haciendo al respecto?

Venezuela es firmante del Acuerdo de París y ha presentado informes periódicos de sus contribuciones climáticas ante las Naciones Unidas. Sin embargo, en la práctica, la acción climática en el país ha sido limitada y desarticulada.

Algunas iniciativas aisladas incluyen proyectos de reforestación, campañas educativas y el fomento de energías renovables, principalmente paneles solares en comunidades rurales. Sin embargo, estas acciones no han tenido el alcance necesario para influir significativamente en la reducción de emisiones o en la preparación ante el cambio climático.

El Ministerio para el Ecosocialismo ha señalado en diversas ocasiones que el país necesita apoyo internacional para implementar tecnologías limpias y sistemas de monitoreo climático avanzados. Sin embargo, las sanciones internacionales y la crisis económica han dificultado el acceso a financiamiento verde y cooperación técnica.

Proyecciones futuras

Los modelos climáticos prevén que, si no se toman medidas de mitigación y adaptación, Venezuela enfrentará para 2050 un incremento de entre 2 °C y 3 °C en su temperatura promedio anual, con olas de calor más intensas y prolongadas, reducción significativa de lluvias en algunas regiones y eventos extremos más frecuentes.

Esto podría comprometer la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, la biodiversidad y la salud pública, especialmente en las zonas más pobres o aisladas del país.

¿Qué se puede hacer?

Ante esta situación, los expertos coinciden en que Venezuela debe priorizar políticas climáticas integrales que incluyan:

Monitoreo climático riguroso y en tiempo real, con redes meteorológicas modernizadas.

Educación ambiental desde la escuela básica hasta la universidad.

Fomento de prácticas agrícolas sostenibles y resilientes al clima.

Promoción de transporte público eléctrico y energías renovables descentralizadas.

Protección de los ecosistemas naturales, como los bosques nublados, sabanas y selvas amazónicas.

Participación de las comunidades en la gestión de riesgos y planificación territorial.

Conclusión

El cambio climático no es un problema del futuro; ya está afectando la vida cotidiana de millones de venezolanos. Las cifras son claras: el país se está calentando, los ecosistemas están cambiando y los impactos sociales se intensifican. Venezuela se encuentra en una encrucijada histórica: o actúa con urgencia para adaptarse y mitigar los efectos del calentamiento global, o enfrentará un deterioro ambiental y social cada vez más acelerado.

El conocimiento científico está disponible. La voluntad política y social es ahora el recurso más necesario para enfrentar el desafío climático con responsabilidad, justicia y visión de futuro.

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