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El 2025 ha iniciado con una de las noticias más relevantes del panorama económico venezolano: la aprobación del nuevo presupuesto nacional, que asciende a 22.671 millones de dólares, lo que representa un incremento del 11% respecto al ejercicio fiscal anterior. El gobierno ha asegurado que este aumento refleja un esfuerzo por fortalecer áreas clave como la salud, la educación, la infraestructura y los programas sociales.
Sin embargo, la presentación de este presupuesto también ha despertado preocupación y debate, tanto por la falta de transparencia en algunos rubros como por el contexto de una economía todavía marcada por la inflación, la dolarización parcial y la caída de los ingresos petroleros.
En este artículo, desglosamos cómo se distribuirán estos fondos, qué sectores recibirán más recursos, cómo se financiará el gasto público y qué implicaciones tendrá esto para el país.
Un presupuesto con enfoque social… según el gobierno
De acuerdo con las declaraciones del Ejecutivo, el presupuesto 2025 busca “proteger a los más vulnerables y garantizar el funcionamiento de los servicios públicos esenciales”. Así lo expresó el vicepresidente Sectorial de Economía, en una sesión televisada desde la Asamblea Nacional.
Según los datos oficiales, los sectores con mayor asignación presupuestaria son:
- Educación: 20%
- Salud: 18%
- Seguridad social y misiones: 15%
- Infraestructura y servicios públicos: 13%
- Defensa y seguridad ciudadana: 11%
- Gasto operativo del Estado y gobernaciones: 10%
- Otros (cultura, deportes, investigación, etc.): 13%
Estos porcentajes reflejan una intención de reforzar el “gasto social”, aunque analistas advierten que los montos asignados podrían no ser suficientes ante el deterioro de muchos sistemas.
¿Cómo se financiará el presupuesto?
Uno de los aspectos más polémicos ha sido la fuente de financiamiento. Aunque no se ha detallado con precisión el desglose, se sabe que el gobierno se apoya principalmente en:
- Ingresos petroleros: aunque mermados, siguen siendo la principal fuente de divisas. Se proyecta un modesto repunte en la producción y exportación.
- Recaudación de impuestos internos: SENIAT ha incrementado los controles y ha ampliado su base tributaria.
- Aportes de empresas públicas: algunas estatales han sido obligadas a transferir excedentes.
- Endeudamiento interno y externo: a pesar de las sanciones y restricciones, el gobierno ha buscado líneas de crédito con aliados como Irán, China y Turquía.
Expertos advierten que el presupuesto está basado en proyecciones optimistas de ingreso, lo que podría generar déficit a mitad de año si los ingresos reales son menores.
¿Qué implicaciones tiene para el ciudadano común?
Un presupuesto nacional no solo afecta a los ministerios: impacta directamente en la vida diaria de los venezolanos.
1. Servicios públicos
Si se cumple el plan, deberían verse mejoras progresivas en electricidad, agua potable, transporte público y vialidad urbana. Sin embargo, en años anteriores los anuncios no siempre se han traducido en mejoras reales.
2. Educación y salud
Los incrementos en estos sectores podrían traducirse en ajustes salariales para docentes y personal de salud, compra de insumos médicos y rehabilitación de escuelas y hospitales. Pero persisten dudas sobre si el dinero alcanzará para una transformación estructural.
3. Bonos y subsidios
Las misiones sociales (Hogares de la Patria, Parto Humanizado, José Gregorio Hernández, entre otras) seguirán recibiendo fondos. Se espera que los montos de los bonos puedan aumentar gradualmente, aunque en muchos casos siguen siendo insuficientes ante el costo de vida.
4. Empleo público
El presupuesto contempla la continuidad de pagos a la administración pública, aunque no se han anunciado grandes incorporaciones de personal. Algunos sectores siguen exigiendo mejores condiciones laborales.
Críticas desde la oposición y la sociedad civil
Aunque el gobierno ha presentado el presupuesto como “soberano, social y responsable”, varias organizaciones civiles, analistas independientes y miembros de la oposición han expresado preocupaciones sobre la opacidad y los criterios de asignación.
Las principales críticas son:
- Falta de auditoría independiente: no se han publicado detalles específicos por programas ni mecanismos de control ciudadano.
- Ausencia de una ley de endeudamiento clara: no se han precisado los montos exactos del financiamiento externo.
- Discrecionalidad en la ejecución: en años anteriores, muchos fondos terminaron siendo usados para campañas políticas o prioridades distintas a las originalmente planteadas.
- Poca inversión en ciencia, tecnología y cultura, que apenas representan el 2% del total combinado.
ONG como Transparencia Venezuela han pedido mayor acceso a los datos públicos y una fiscalización real del uso del dinero.
Comparación con años anteriores
El presupuesto 2025 representa un incremento del 11% respecto al de 2024, pero en términos reales (ajustado a inflación), podría significar un estancamiento.
Además:
- En 2014, el presupuesto era de 117.000 millones de bolívares (equivalente a más de 50.000 millones de dólares al cambio de ese entonces).
- En 2020, el presupuesto fue de solo 10.000 millones de dólares, marcando el punto más bajo de la última década.
- Desde 2022 se observa un aumento progresivo, pero todavía muy lejos de los niveles previos a la crisis.
Esto demuestra que Venezuela sigue operando con un presupuesto limitado, y por tanto, cada dólar asignado debe ser bien administrado para lograr impacto.
¿Y el rol de las gobernaciones y alcaldías?
Del total del presupuesto, cerca del 10% se asignará a gobernaciones y alcaldías, según la fórmula del Situado Constitucional.
Gobernadores de oposición, como el de Zulia o Nueva Esparta, han denunciado que los fondos no siempre llegan en tiempo y forma, lo que afecta directamente los servicios públicos regionales. Por su parte, el oficialismo asegura que “las transferencias se hacen con base en el cumplimiento de requisitos y proyectos”.
La descentralización real sigue siendo un tema pendiente.
¿Habrá mejoras concretas en 2025?
El cumplimiento del presupuesto dependerá de múltiples factores:
- Que los ingresos proyectados realmente se materialicen
- Que no se desvíen fondos por corrupción o fines políticos
- Que los procesos de contratación pública sean eficientes y transparentes
- Que exista presión ciudadana y seguimiento mediático
En otras palabras, el presupuesto puede ser una herramienta para la recuperación o una oportunidad perdida, según cómo se ejecute.
Conclusión
El presupuesto 2025 de Venezuela es, en muchos sentidos, una declaración de intenciones. Con un aumento del 11% y prioridades sociales, representa una oportunidad para mejorar áreas críticas de la vida nacional, como salud, educación y servicios básicos.
Sin embargo, sin mecanismos reales de control, sin planificación estratégica y sin transparencia, corre el riesgo de convertirse en un documento decorativo más. La ciudadanía, los gremios y los medios de comunicación tienen un rol crucial en exigir que cada dólar se invierta donde más se necesita.
Venezuela no puede permitirse seguir perdiendo tiempo ni recursos. El país necesita resultados. Y el presupuesto 2025 es una prueba de fuego.