El dilema de Luis Gilberto Murillo: Crisis, Venezuela y la cuerda floja de la Cancillería

¿Por qué el canciller Murillo está en el ojo del huracán?

Si la política fuera una serie de Netflix, el canciller colombiano Luis Gilberto Murillo sería el protagonista de la temporada actual: un personaje atrapado en conflictos internos, decisiones polémicas y una relación amor-odio con el Gobierno de Gustavo Petro. Lo peor: ni siquiera tiene el control del guion.

Murillo, quien hasta hace poco era visto como una carta fuerte para las elecciones presidenciales de 2026, ahora enfrenta críticas de aliados y oponentes. Algunos lo ven como un “alcahueta” del presidente, otros como un hombre sin carácter. Vamos a desmenuzar por qué está en esta situación y qué significa todo esto.

1. La postura ambigua frente a Venezuela

El tema Venezuela ha sido un dolor de cabeza para el Gobierno Petro y, por ende, para Luis Gilberto Murillo. Mientras que otros países toman posiciones claras sobre lo que pasa en el país vecino, Colombia ha adoptado una postura tibia y confusa. Por ejemplo:

  • El Gobierno de Maduro asedió la embajada argentina en Caracas, donde se refugiaron opositores, y el silencio de Murillo fue ensordecedor. ¡Imagina que un amigo te ignora por semanas después de un problema gordo! Bueno, algo parecido.
  • La falta de una postura clara sobre las elecciones presidenciales en Venezuela también hizo ruido. No hubo condena de fraude, pero tampoco reconocimiento del triunfo de Maduro.

El expresidente Juan Manuel Santos, quien antes era su mentor, le lanzó un dardo venenoso al decir: “Un canciller con carácter debe imponerse”. A Murillo le tocó responder tarde y con poca fuerza. Como cuando llegas a una fiesta después de que todos bailaron la mejor canción.

2. Nombramientos diplomáticos que prenden fuego

Si pensabas que el tema Venezuela era todo, agárrate, porque vienen los nombramientos diplomáticos. Resulta que el presidente Petro designó embajadores y cónsules con más conexiones políticas que experiencia diplomática. Aquí los dos casos más comentados:

  • Daniel Mendoza: Activista con cero experiencia diplomática, criticado por sus comentarios machistas y violentos en redes. Aunque Murillo intentó frenarlo, el activista declinó el puesto en Tailandia. El mensaje que quedó no fue que Murillo hizo algo bien, sino que Mendoza se bajó del tren por presión pública.
  • Andrés Hernández: Cónsul en México y antiguo jefe de prensa de Petro, quien enfrenta denuncias de acoso laboral y sexual. A pesar de las acusaciones, sigue en su cargo. Como cuando le das a alguien una segunda oportunidad y sigue haciendo lo mismo.

Estos episodios dañaron aún más la imagen del canciller. Grupos feministas y expertos en diplomacia no tardaron en alzar la voz: “Si el Gobierno promete una política exterior feminista, debería dar el ejemplo”.

3. Choques con viejos aliados: del centro a la izquierda

Por si fuera poco, Murillo también perdió el respaldo de aliados de toda la vida. Vamos por partes:

  • Sergio Fajardo: Quien lo eligió como su fórmula vicepresidencial en 2022, declaró públicamente que no volvería a trabajar con él. “La Cancillería ha jugado un papel relegado”, dijo, dejando claro su descontento.
  • El centro político: Aquellos que veían en Murillo un líder moderado y serio ahora están mirando hacia otro lado.
  • La izquierda petrista: Figuras como la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, están ganando espacio dentro del Gobierno, mientras que Murillo parece quedar relegado.

Es como si Murillo estuviera en medio de una pista de baile donde nadie quiere sacarlo a bailar. El centro lo rechaza y la izquierda tiene otros favoritos.

¿Por qué Murillo está atrapado en esta situación?

Lo más complicado de todo esto es que muchas de las crisis que enfrenta Murillo no son culpa suya, pero le afectan directamente:

  • La política exterior la maneja directamente el presidente Petro, quien tiene posiciones fuertes y no suele delegar decisiones importantes.
  • Murillo heredó problemas como la crisis de los pasaportes y los nombramientos cuestionables.
  • La relación con Estados Unidos también es delicada. Por ejemplo, lidiar con políticos como Marco Rubio, que tienen posturas muy diferentes a las de Petro, es todo un reto.

En palabras de un experto, Murillo está atrapado en una tormenta perfecta donde tiene poco control sobre su destino. Como cuando eres capitán de un barco, pero alguien más decide hacia dónde ir.

¿Qué le espera a Murillo en el futuro?

Si Murillo quiere lanzarse como candidato presidencial en 2026, legalmente debe renunciar antes de marzo. El problema es que saldría de la Cancillería con su imagen desgastada y cargando con varias crisis.

Aquí está el dilema: ¿se queda hasta el final intentando limpiar su imagen o renuncia pronto para empezar de cero? De cualquier forma, le tocará trabajar mucho para recuperar el apoyo que perdió en el centro y ganarse a los votantes de izquierda.

Conclusión: Luis Gilberto Murillo en la cuerda floja

El caso de Luis Gilberto Murillo es un ejemplo claro de lo difícil que puede ser la política. Pasó de ser una figura con proyección presidencial a estar en el centro de las críticas por temas que, en su mayoría, no dependen de él. Como diría cualquiera: ¡está entre la espada y la pared!

Sin embargo, en política nada está escrito. Si logra salir bien parado de esta tormenta, podría recuperar su imagen. Pero si no lo hace, su futuro como presidenciable estará en serio peligro. Lo único seguro es que Murillo tiene mucho trabajo por delante.

Y tú, ¿qué opinas de la situación del canciller? ¿Crees que podrá salir ileso? Deja tus comentarios y compártelo si te ha parecido interesante.

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